La Policía y la doble moral de los mexicanos...


México es un país de contrastes y conflictos.

Uno de ellos es la permanente lucha que tenemos los ciudadanos con el obedecimiento de las reglas y las normas que rigen nuestra convivencia como seres humanos. Pero dentro de ese maremoto fde emociones que somos los mexicanos en nuestra identidad y conflictos está uno que trasciende y que desata los peores demonios: La eterna lucha con la figura policial.

Sabemos perfectamente que es el eslabón mas endeble de la autoridad mexicana en todos los aspectos.

Y que de ahí vienen los múltiples juicios de valor ( justos e injustos) que tenemos contra los garantes del orden, ya sea por la discrecionalidad de sus acciones, por la ignorancia en las actuaciones que ocurren diariamente, el autoritarismo excesivo mostrado en sus acciones y por el lado político, por ser el brazo represivo de opiniones contrarias a los gobiernos. Esa es la parte que podemos analizar, juzgar, evidenciar porque los hechos han sido contundentes, hay anomalías severas en el proceder y actuar, aún con la entrada en vigencia del NSJP.

Pero también la historia de nuestro país esta hecha de buenos policías que obviamente al cumplir con su labor, han pasado al olvido puesto que la memoria del ciudadano es muy endeble y sólo magnifica las malas acciones realizadas por estos servidores públicos. Pero tengo un cuestionamiento:

¿Alguna vez nos hemos puesto en el lugar de los humanos que desempeñan esta labor?

Si miramos dentro de la escala de clases sociales «informales» siempre estarán en el útlimo peldaño de las clases sociales.

Desde nuestra Constitución Política aunque privilegia con la entrada del SJPA, se le confieren las mismas responsabilidades juridica que a un abogado, a un juez, a un impartidor de justicia, a un Ministerio Público pero no veo que también se les haya homologado el sueldo y es donde viene la debilidad profunda.

La perduración de esta contradicción significaría mantener a los policías en una posición auténticamente neurótica y poco consecuente con la misión que deben cumplir. 

Repasando de manera literal el artículo 123 apartado B fracción XIII de nuestra Constitución, que dice “los agentes del Ministerio Público, los peritos y los miembros de las instituciones policiales de la federación, las entidades federativas y los municipios, podrán ser separados de sus cargos si no cumplen con los requisitos que las leyes vigentes en el momento del acto señalen para permanecer en dichas instituciones, o removidos por incurrir en responsabilidad en el desempeño de sus funciones.

“Si la autoridad jurisdiccional resolviere que la separación, remoción, baja, cese, o cualquier otra forma de terminación del servicio fue injustificada, el Estado sólo estará obligado a pagar la indemnización y demás prestaciones a que tenga derecho, sin que en ningún caso proceda su reincorporación al servicio, cualquiera que sea el resultado del juicio o medio de defensa que se hubiere promovido.”

Y así la misma Constitución permite que a los policías se aplique la ley en efecto retroactivo, pero en su perjuicio. Permite que se expulse de su empleo al que el superior estime, sin derecho a la reinstalación, así tenga la razón y gane el amparo o el juicio que sea.


Entonces cómo podemos exigir al estado mexicano, desde cualquiera de sús órdenes, ya sea federal, estatal o municipal, que sus servidores públicos sean los mejores, si las discresionalidad aún sigue privando en el Mando?

Suponiendo que al operador del sistema de justicia le tocó en muy mala suerte trabajar con un mando corrupto; que el agente, policía o perito simplemente no se prestó a las componendas, cómo restituir a un elemento que si se esmero en cumplir, cuando desde arriba la cabeza no esta actuando de una manera correcta?

¿Qué servicio público de carrera puede construirse sobre la arbitrariedad?

¿Puede exigirse a los policías que se capaciten en las nuevas disposiciones procesales y, por el otro, reducir sus garantías laborales a la nada?

¿Decirles, como les dice nuestra Corte, que la naturaleza de sus funciones no les permite estabilidad en el empleo?


Si le sumamos a esta situación, el eterno juicio ciudadano, donde nuestra naturelza bélica nos impide la empatía y la colaboración con el guardían del orden. Es justo reocnocer que tambien desde los mandos policiacos tampoco ha habido una estrecha vinculación y cercanía con los ciudadanos y que muchas de las malas decisiones que se toman, el policía por disciplina las debe de acatar sin cuestionar.

No hay seguridad posible sin Policía confiable. retomo las palabras de Balbé:

“DIFÍCILMENTE PODEMOS EXIGIRLE A LA POLICÍA DEFENDER LOS DERECHOS Y LIBERTADES QUE LES NEGAMOS A SUS MIEMBROS”.

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